El ejercicio de la política y la negociación

por: Stephanie Durán

Ya en varias ocasiones he escuchado que la gente le reprocha a los tomadores de decisiones políticos cuando logran llegar a acuerdos con sus pares de otros partidos, calificando hasta de corrupción esta práctica. Debido a esto, me parece conveniente entender un poco de lo que significa la política y el ejercicio de la misma.

Primero, es necesario entender que es la política, más allá de la política electoral. La política es el uso de los recursos de poder que se tienen para lograr objetivos; hay política en la familia, en el barrio, en el cantón, dentro de las organizaciones empresariales, en los centros educativos, la política se encuentra en cada uno de los espacios en los que nos desenvolvemos, ya que en todos ellos hay relaciones de poder. ¿Acaso los vecinos no se organizan para hacerle solicitudes a la Municipalidad, de manera tal que puedan encontrar solución a sus problemas? ¿O los padres y madres no ejercen en poder sobre sus hijos, por medio de recompensas y reprimendas, para salvaguardarlos y educarlos? Eso también es política, aunque la palabra generalmente se relacione con la labor gubernamental, partidaria y electoral.

Dentro de las relaciones cada individuo, organización, grupo, etc, cuenta con recursos distintos de poder, por ejemplo una organización puede contar con los recursos económicos para desarrollar una actividad y otra con la legitimidad para tratar el tema. De esta variedad de recursos de poder nace la necesidad de negociar para llegar a acuerdos que permitan que las acciones maximicen su impacto, o simplemente sean viables.

Ahora, ubicándonos en el ámbito legislativo actual, con 9 fracciones legislativas, y una diversidad ideológica electa por los ciudadanos costarricenses, la negociación es la única manera de lograr que los proyectos avancen. Negociar no es ceder por completo, no es mantener todos los puntos, ni siquiera es estar totalmente de acuerdo con los ideas de la otra parte; negociar es llegar a un punto donde todos hemos tenido que ceder en algo, pero hemos mantenido los puntos que eran medulares para nosotros.

El que negocia debe tener en cuenta cual es su objetivo final, y no perderlo de vista. En el caso de la actividad parlamentaria, el objetivo final es dotar al país de legislación que permita el desarrollo integral. Sin embargo, es necesario que entendamos que las ideologías, intereses y subjetividades también entran en la mesa de negociación, y se debe tratar con ellas. El buen negociante debe ser hábil y tener una comprensión del otro, para poder ofrecer escenarios beneficiosos para ambas partes; un buen político debe tener entre sus capacidades la destreza de construir acuerdos basados en la negociación.

Por lo anterior, es la Asamblea Legislativa el espacio por excelencia para el uso de la negociación que permita que las iniciativas se materialicen. La negociación no es una mala práctica, por el contrario, es una de las herramientas principales para un ejercicio responsable del poder en democracia, ya que permite que los puntos de vista de muchas personas o agrupaciones con intereses distintos se expongan y sean objeto de discusión, con la finalidad de llegar a un punto de encuentro que permita avanzar.

El país necesita de procesos de negociación, de construcción de acuerdos para resolver los cuellos de botella que no permiten que nos han detenido en el camino del desarrollo; se necesita de un acuerdo nacional para establecer metas de desarrollo a largo plazo. La negociación no es un mal, es parte de la solución.