Mujer, joven y en política: una combinación complicada

por: Stephanie Durán

Desde niña en mi casa era costumbre que el 1° de mayo se dedicara a dar seguimiento a lo que acontecía en la Asamblea Legislativa con la elección del Directorio y al discurso que el Presidente de la República daba posterior a eso; yo tenía especial interés en eso desde pequeña, la espinita de lo político parece haber estado en mi desde siempre, impulsado por una familia que alentaba esto.

En el colegio siempre estuve atraída por las jornadas electorales, los modelos de simulación de organismos internacionales y las actividades extracurriculares; por eso, cuando el resultado del test vocacional arrojó que tenía madera de politóloga no me pareció extraño, más bien confirmó mi vocación por estudiar y entender el poder. Acá se presentó la primera señal de que el camino de una mujer en este campo no era sencillo, ya que los roles de género que se han construido socialmente ubican a las mujeres en otras profesiones, no como políticas; mi elección de profesión despertó escepticismo en algunos, pero no dejé que las convenciones sociales determinaran mi camino vocacional, decisión que al día de hoy me parece la más acertada.

Tuve la suerte de iniciar rápidamente mi vida profesional, iniciando en un campo más técnico y migrando a uno más político. Acá es donde encontré la resistencia más grande a que una mujer joven ocupara un espacio que, según la cultura institucional, debía estar ocupado por alguien con más edad. Al inicio los superiores, todos hombres con más de 50 años, me “ningunearon” y no aceptaban mi intervención en los temas laborales; mi espacio dentro de la organización tuve que ganármelo con mucho esfuerzo, haciéndoles ver que su experiencia y mi juventud no tenían que representar un punto de quiebre, sino una oportunidad de combinarse para obtener resultados optimizados. A los hombres jóvenes también les sucedía, pero en mi caso, tardé mucho más tiempo en posicionarme y obtener su confianza.

Hoy en día ocupo un puesto en el corazón de lapolítica costarricense, la Asamblea Legislativa, el cual orgullosamente me he ganado con mi esfuerzo; estoy laborando en el lugar que de niña veía por televisión con gran atención y eso me hace inmensamente feliz. A pesar de esto, y debido al machismo imperante aún en nuestra sociedad, cuando una mujer ocupa un cargo de este tipo se tiende a insinuar que no se lo ganó con su ahínco, endosándole su éxito a influencias, imposiciones o a mantener algún tipo de relación con algún hombre con poder; es indignante que, a pesar de los avances en temas de género, la sociedad no pueda adjudicar el éxito de una mujer en política a su profesionalismo, conocimiento, experiencia y capacidad de primera entrada, sino que se le tengan que atribuir a otros factores.

Sumado a esto, están las preguntas que solamente se les hacen a las mujeres, relacionadas con conciliar su vida profesional y su vida familiar; estos cuestionamientos corresponden con la idea de que la mujer es la única responsable de las tareas del hogar y del cuido y crianza de los hijos, lo que coloca a una mujer trabajadora como una mujer que está desatendiendo lo que le corresponde por su rol de género. Es necesario que como sociedad se empiecen a fortalecer los conceptos de corresponsabilidad familiar, ya que en la actualidad comúnmente ambos miembros de la pareja trabajan fuera del hogar, por lo que los roles de cuido y atención del hogar deben ser modificados para entender la realidad de las familias costarricenses, principalmente las de profesionales jóvenes.

A pesar de todos los obstáculos, soy fiel creyente de que las personas jóvenes y las mujeres deben contar con lugares importantes dentro de la vida política, y esto sólo se logra abriéndose el espacio que históricamente se ha reservado para hombres de cierta edad, y con cierta posición social. Orgullosamente puedo decir que mis triunfos profesionales en este campo se han dado debido a mi capacidad profesional y esfuerzo, y que mi papel de madre solamente me ha dado más motivaciones para despejarle el camino a la generación de mi hija, para que la entrada de ellas en la palestra política y profesional no les signifique tantos cuestionamientos y dificultades.